Una solicitud insincera
Publicado el 12 de agosto, 2024
Publicado el 12 de agosto, 2024
Jeremías 42:10-12 (NTV)
«Permanezcan aquí en esta tierra. Si lo hacen, los edificaré y no los derribaré; los plantaré y no los desarraigaré. Pues lamento todo el castigo que tuve que traer sobre ustedes. No teman más al rey de Babilonia, dice el Señor. Pues yo estoy con ustedes, los salvaré y los libraré de su poder. Seré misericordioso con ustedes al hacer que él sea amable para que les permita quedarse en su propia tierra.»
¿Alguna vez alguien se acercó a ti para preguntarte cuál sería la voluntad de Dios con respecto a cierta situación y, cuando respondiste, esa persona decidió no escucharte e hizo su propia voluntad?
Esto mismo le pasó al profeta Jeremías. Después de la brutal masacre en Mizpa (Jeremías 41), los líderes y ciudadanos que quedaban en la tierra estaban ansiosos y le pidieron a Jeremías una palabra del Señor. Había cierto grado de pánico entre los refugiados sobre cuál debería ser su próximo movimiento porque estaban preocupados por los peligros que los rodeaban; por ello, le pidieron a Jeremías que los guiara, con la idea de que, si hacían lo que Dios quería que hicieran, disfrutarían de su protección. Aparentemente, esta era una petición humilde, sabia y adecuada.
Pero cuando Dios responde a través de Jeremías, dice esto:
“Permanezcan aquí en esta tierra. Si lo hacen, los edificaré y no los derribaré; los plantaré y no los desarraigaré. Pues lamento todo el castigo que tuve que traer sobre ustedes. No teman más al rey de Babilonia, dice el Señor. Pues yo estoy con ustedes, los salvaré y los libraré de su poder. Seré misericordioso con ustedes al hacer que él sea amable para que les permita quedarse en su propia tierra.”
— Jeremías 42:10-12 (NTV)
Jeremías entrega el mensaje de Dios a los líderes y al pueblo: que, si permanecían en la tierra, Dios los protegería y establecería. Hablando con la voz de Dios, Jeremías les asegura que Dios se arrepentía del desastre que había traído sobre ellos. Los días de terrible juicio habían terminado.
Dios les pide a los líderes y a la gente común que confíen en Él, que la temporada de juicio ahora había sido reemplazada por una temporada de misericordia. Antes de la conquista final de Babilonia, el mensaje era rendirse al exilio. Ahora, en el tiempo de la misericordia, el mensaje era: confíen en mí y permanezcan en la tierra. Si lo hacían, Dios los bendeciría con protección y bondad.
Sin embargo, el pueblo tenía en mente ir a Egipto, y su petición a Jeremías para que orara a Dios era solo para saber si Dios estaba de acuerdo con la decisión que ellos ya habían tomado internamente. Y el Señor lo sabía, por lo que les pide que confíen en Él y se queden donde se encuentran.
¿Sabes qué pasó? Ellos hicieron lo que quisieron, no aceptaron la respuesta de Dios e incluso llevaron a Jeremías con ellos a Egipto. Esa decisión terminó muy mal. Actuaron como si buscaran al Señor con sinceridad y sumisión, pero no era verdad.
Muchos todavía buscan a Dios con fingida sinceridad, ya decididos a hacer lo que quieren hacer, y solo esperan que Dios los afirme al hacerlo. Esto enseña la importancia de buscar a Dios con un corazón verdaderamente sometido y dispuesto a hacer lo que Él nos diga.
La oración no es para pedir que Dios haga nuestra voluntad; la oración es para rendir nuestra voluntad a Dios, para que Él nos diga lo que debemos hacer. Y aunque no nos guste la respuesta y sea difícil confiar en lo que Él promete, debemos confiar en que Dios es fiel a sus promesas. No lo olvides: Dios conoce aún lo que está por venir, por lo que es mejor confiar en lo que Él dice que hagamos.
"La oración no es para pedir que Dios haga nuestra voluntad; la oración es para rendir nuestra voluntad a Dios, para que Él nos diga lo que debemos hacer."
Haela Cerin
Líder Zona 1
Sabemos que la vida nos presenta desafíos y obstáculos que a veces parecen insuperables. En esos momentos de duda y dificultad, es fundamental recordar que no estamos solos.